Una foto amarilla, un corazón oxidado

Encontrar mi living cubierto de papeles y el nauseabundo olor que el cigarrillo deja en mis manos, me impulsaron a sentir otra vez el traqueteo de las letras bajo mis dedos... y el eco de las palabras sobre el teclado adquiere un ritmo peculiar que me alienta de una forma casi maquinal a seguir escribiendo eso que no quiero escribir.
No es que no pueda volver a llenar páginas enteras con tu ausencia. Hace años me acostumbre a no tenerte, y eso ya no duele. Pero, me abruma retomar mi historia sin vos. Mejor dicho, la historia de un no sé quien en no sé donde.
Porque (he aquí lo que no quería escribir) este libro esta prácticamente destrozado. Imposible de leer. Un caos.
Si bien te llevaste muchas páginas con vos, no te voy a mentir… me las sé de memoria.
Y gracias a eso puedo decir, firmemente, que no quiero reconstruir lo fue este libro. No solo porque en esas páginas se encontraba una persona con un triste papel secundario en su propia biografía. Sino porque nadie tendría que permitir que lo plasmen en una hoja. Te limita, te define. Y hoy, quiero ser una página en blanco.
Es lo glorificante del caos. Tener la posibilidad de poder pararme en el medio de todo, y solo SER. Sin restringirme ni amoldarme. Ya no necesito el orden convencional de las cosas, no solo aprendí a vivir en mi caos sino que ahora sé reinarlo.